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Ernesto Chavana: La desconfianza como defensa ante la ola de fraudes digitales

Ernesto Chavana advierte sobre el aumento de fraudes digitales y la importancia de cuestionar todo en redes. La desconfianza se vuelve esencial para protegernos.

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Por: Ernesto Chavana

El comentarista Ernesto Chavana comparte para POSTA Opinión su sentir respecto a la creciente ola de fraudes que acechan a los ciudadanos en la era digital. En un mundo donde la desconfianza se convierte en una necesidad, es crucial mantenerse alerta y cuestionar todo lo que se presenta en redes sociales y plataformas digitales.


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Hoy en día, es imperativo cuidarse hasta de la sombra. La desconfianza se ha vuelto un mecanismo de defensa ante un panorama donde las estafas son cada vez más sofisticadas. Desde ofertas tentadoras en redes sociales hasta mensajes aparentemente inofensivos en WhatsApp, el riesgo de ser víctima de un fraude es inminente. Muchos han caído en la trampa de recibir un mensaje que parece legítimo, solo para descubrir que su información personal ha sido comprometida.

Tomemos el caso de aquellos que intentan vender un auto. Una situación recurrente es la de un comprador que promete realizar una transferencia. El vendedor ve un depósito en su cuenta, pero al poco tiempo, el dinero desaparece y la transacción se cancela. En un abrir y cerrar de ojos, se ha perdido no solo el vehículo, sino también la confianza en un proceso que debería ser simple.

Además, los fraudes por mensaje de texto son cada vez más comunes. Los delincuentes se hacen pasar por empresas conocidas, como Amazon, para obtener acceso a datos personales. Una vez que caemos en la trampa, nuestra identidad es clonada, y nuestros contactos son también vulnerados, lo que genera una cadena de engaños que parece no tener fin.

Es preocupante que hoy los fraudes no solo se ejecuten en las sombras, sino que algunos incluso los presuman en redes sociales, como si robar a alguien fuera un motivo de orgullo. Este cinismo no tiene límites y refleja una cultura de impunidad que nos afecta a todos. En México, la desconfianza no se limita a las interacciones en línea; se extiende a la vida cotidiana, donde incluso los profesionales pueden traicionar nuestra confianza. Cuántas veces hemos escuchado historias de arquitectos que se quedan con anticipos sin iniciar un proyecto, o de mecánicos que nunca cumplen su palabra.

La falta de ética y cumplimiento se ha vuelto una norma, donde los honestos parecen ser la excepción. En esta era de fraudes y deslealtades, es fundamental adoptar una postura crítica y cautelosa. Debemos reconocer que, aunque todavía hay personas de bien, la mayoría de los incumplidos y fraudulentos abusan de la confianza que depositamos en ellos.

Por ello, insto a todos a cuidarse y mantener los ojos bien abiertos. Estamos en tiempos críticos, y la seguridad de nuestro patrimonio y bienestar depende de nuestra capacidad para discernir y actuar con precaución. Les deseo una excelente tarde, y recuerden que la confianza debe ganarse, no entregarse sin cuestionar.


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