La muerte se trata de mi
¿Por qué le tememos tanto a la muerte? Es un tema personal o tiene que ver más conque los humanos no sabemos lidiar con la pérdida?
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CIUDAD DE MÉXICO.- Hola qué tal, yo soy Carolina Hernández y este es Sin Esdrújulas, tu micro mini podcast internacional en el que escribo cosas que luego leo para no morir pronto.
Y hoy quiero hablarles justamente de la muerte, porque en estas fechas en nuestro país celebramos a los muertos como si no tuviéramos ya suficientes.
Pero es que la muerte y la idea de ella nos acompaña desde que nacemos. Sucede que los seres humanos tenemos noción del flujo del tiempo, es decir, sabemos que el tiempo está pasando, que ya pasó o que va pasar, por eso tenemos la posibildiad de añorar el pasado y tener expectativas sobre el futuro.
Somos conscientes de nuestra existencia. Al menos, tenemos la capacidad de serlo.
Los seres humanos no sólo estamos vivos; además, sabemos que lo estamos, por lo que sabemos que, eventualente, vamos a morir.mNOS VAMOS A MORIR. Pero la pregunta de cómo será la ausencia de la vida, atormenta a muchas más personas de las que una imaginaría.
A mi en particular me duele más la ausencia de la vida que amamos. Porque cuando yo no tenga vida, simplemente no tendré. No creo en la conciencia del no ser. No seré y ya.
En el pensamiento taoísta la cosa es muy simple: Antes de nacer no existíamos, luego existimos y es curso natural de la naturaleza que, en algún momento, volvamos a la no existencia.
En el taoismo, si aceptaramos el curso de la naturaleza la ausencia no causaría sufrimiento alguno, porque en ese pensamiento nuestros cuerpos son como los leños que alimentan el fuego, algún día se consumirán hasta las cenizas, pero nuestro espíritu es como un fuego que nunca se extingue y dura por toda la eternidad.
Sin embargo, la ausencia de lo que amamos es lo que, en mi caso, se vuelve un problema. Porque eso sí se trata de mi. Se trata de lo que yo extrañaré, de lo que a mi me dolerá.
Roland Barthes, un crítico, teórico literario y filósofo francés, escribió un texto llamado Fragmentos de un discurso amoroso y hay una parte que dice:
“No hay ausencia más que del otro, es el otro quien parte, soy yo quien me quedo”.
Entonces, bajo esa premisa, el que ama experimenta la ausencia del ser amado primordialmente como un abandono. Y ahí es donde todo se pone feo.
“Soy menos amado de lo que amo”. Y nadie quiere ser menos amado, por eso duele la ausencia, aún si es por muerte. Porque, al menos para mi, siempre se trata de nosotros y no de los otros.
El que se va se fue, el que muere murió, pero quienes nos quedamos, quienes seguimos vivos somos nosotros, que sabemos que existimos sin lo que amamos. Y eso no puede ser menos que doloroso. En sus reflexiones, Barthes va un poco más allá y dice que ante lo terrible de la ausencia, a veces se debe olvidar para no morir.
Pero olvidar a quien se fue es, para muchas de nosotras, volverle a matar y entonces, volver a pasar por el duelo y entonces, volver a pasar por el abandono y abandonarnos dos veces es insufrible.
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