El Cine Monterrey de la tradición al olvido
Del tan famoso cine, de tres pisos inaugurado en 1947, que contaba con luneta, balcón o preferencial y galería para un total de 4650 espectadores, de eso solo queda la fachada.
Por:Rosy Sandoval
MONTERREY, Nuevo León.- El cine Monterrey fue inaugurado en 1947 con la película “Soy un Prófugo”, con Mario Moreno Cantinflas, se demolió el interior en el 2004, lo único que quedó fue su fachada, que hoy luce en muy malas condiciones y el primer piso se convirtió en un mercado que más bien parece bodega.
Ubicado en las calles de José Marroquín Leal y José Silvestre Aramberri, frente a la Alameda, se alcanza a escuchar una voz grabada invitando a los transeúntes a que acudan al mercado donde se ofrece el servicio de tatuajes y la venta de ropa traída desde el interior de la República.
POSTA ingresó al lugar y lo que se alcanza a apreciar son locales separados por malla metálica, cubiertos con lonas de distintos colores con ropa que se ve en la parte de arriba de los lugares o donde termina la lona con los pies de los maniquíes.
Al interior se ve un local de cocina y baños públicos, no hay luz y según comentó una persona que no aceptó entrevista, dijo que sólo los fines de semana se abre el lugar.
La historia cuenta que el cine fue construido sobre terrenos que formaron parte de la antigua Alameda y después de la Penitenciaría del Estado, desaparecida en 1943.
Su construcción inició en 1946 bajo el diseño y supervisión de Lisandro Peña Jr. que como referencia también hizo la construcción del Cine Elizondo, en el proyecto participó Arturo Oliverio Cedeño.
El Cine Monterrey fue propiedad de Gabriel Alarcón Chargoy, empresario del entretenimiento y el periodismo.
Debido a la crisis de las grandes salas de proyección en la década de 1980, cayó en desuso paulatinamente hasta su clausura en 1992 y dos años después, pese a protestas, se demolió el interior.
Pero la fachada luce en muy malas condiciones, con ventanales quebradas que pueden ocasionar un accidente.
Aunque lucen desgastadas, sucias y poco visibles son sus letras “Monterrey”, que tal vez en su buena época brillaban con letras neón, esta parte es mera imaginación, al menos que alguien que tenga buena memoria se acuerde de cómo lucía.
Lo único que sobrevivió fue la fachada que está protegida por el Instituto Nacional de Antropología e Historia; sin embargo, en caso de un accidente, quien protegerá a quienes trabajan bajo este edificio o a quienes pasan por ahí.