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Sin esdrújulas: Clásica & sofisticada

Mientras trataba de armar la planeación de las clases, las editoriales de la semana, terminar los cuadros por encargo, hornear el pan de elote y pensar cuánto se debe del préstamo del banco, decidí poner -como es costumbre- unas rolitas de la llamada “música clásica”…


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Por: Carolina Hernández

Hola, qué tal, yo soy Carolina Hernández en un nuevo episodio de Sin Esdrújulas y podcast/ editorial/ diario digital favorito… hoy les quiero contar de hace unos días, cuando mientras trataba de armar la planeación de las clases, las editoriales de la semana, terminar los cuadros por encargo, hornear el pan de elote y pensar cuánto se debe del préstamo del banco decidí poner -como es costumbre- unas rolitas de la llamada “música clásica”… según yo, para estabilizar mis pensamientos.  

Me pasa cada vez y cada vez pienso que será distinto.

Me emociona tanto el dramatismo tempestuoso de Wagner, que mi mente comienza a imaginar escenarios épicos en los que Tristán e Isolda no mueren de amor, sino que mueren viejos, encantados por una cotidianidad que nadie más valora.

Y de verdad, no estoy siendo mamadora. La música, en general -igual que las drogas, la comida y el sexo- hacen que nuestro cerebro libere alta dosis de dopamina que desatan estímulos emocionales.

Pero un reciente estudio de la Universidad de Helsinki reveló que al escuchar particularmente la “música clásica” no solo aumentó la actividad de los genes encargados de la secreción de esa dopamina, sino que se incrementó la memoria.

O sea que poner esa música para estudiar o concentrarse tiene sentido, si no fuera porque cuando escucho la intensidad de los acordes secos como golpes de cañón de Beethoven me estalla un poco el corazón. Y hasta ahí, todo esto que les cuento podría quedar en una mamadorcisima forma de hablar del privilegio que he tenido de conocer y poder apreciar esa música… si no fuera porque en medio de la novena sinfonía comencé a pensar en por qué le llamamos “música clásica” y por qué eso le da un tono de superioridad por sobre las demás melodías.

Y ahí viene la parte intensa.

Según Wikipedia (sí, estoy citando a Wikipedia Henry) el término música clásica aparece por primera vez a principios del siglo XIX, en un intento para destacar el período como una edad dorada de la música.

¿Por? ¿Quién lo decidió así y por qué seguimos replicando el concepto? Otras definiciones se basan en la temporalidad.

Clásica porque sobrevivió al tiempo.

Bajo esa premisa, entonces sí, digamos, en 50 años, aún prevalece quien escuche esta rola escrita en 1976
(Dancing Queen)
 ¿podrá ser considerada clásica?
Sí, y ¿qué tal está?
(Fue en un cabaret)
¿esa no?

En 50 años, ambas tendrán casi un siglo de haber sido compuestas, por lo que cumplirían con el requisito de la temporalidad. Sin embargo, no ambas cumplirían con otra condición que parece implícita, pero pocas veces nombramos… sí, estamos hablando otra vez del estatus.  

De estatus y de esa persistente necedad de sentirnos mejores que otros, incluso, por la música que escuchamos.
Yo he estado ahí.

Yo he dicho que no escucho pop porque sí fui a la escuela y que la cumbia rebajada solo me rebaja las ganas de vivir.
De un clasismo abrumadoramente ciego, sobre todo si consideramos que la “sofisticación” es todo lo que tiene qué ver con esa cultura eurocentrista que nos metieron como una aspiración de todo lo bueno.

… Y sí, ciertamente hay música que debe al menos ser cuestionada, pero elevar nuestra calidad moral basándonos solo en unos acordes me parece muy venido a más.

El reguetón, por ejemplo, ese género que solo habla de culos y chichis… eh, qué si les digo que en 1782 el joven Mozart compuso algo llamado Leck mich im arsch… algo así como “lámeme el culo”.

¿Ya le quitamos el estatus de clásico al genio austriaco?

Sí, ciertamente no me concentraré más si pongo a Los Temerarios en lugar de Wagner, pero al final, la música, toda, no debería ser otro elemento para dividir y segregar. La música habla de contextos mucho más amplios que los que se pueden escuchar en una cabalgata de Walkirias.

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