Sin esdrújulas: No seas intensa
No seas intensa. Nos lo repitieron hasta que lo vimos como algo malo. No seas intensa porque asusta, es parte de lo que platica Carolina Hernández en Sin esdrújulas.

No seas intensa. Nos lo repitieron hasta que lo vimos como algo malo. No seas intensa porque asusta.
¿A quién le asusta?
A quienes son humo y no fuego. A quienes viven con el volumen bajito, con la luz a medias, con el andar a tientas.
Yo soy intensa.
Intensa porque pienso mucho, siento mucho, escribo mucho, lloro mucho… mucho y, no “demasiado”.
Porque demasiado viene de la vergüenza y yo ya no estoy dispuesta a sentirla.
Porque cuando quiero lo hago con todo mi ser, pero también cuando odio, cuando lloro, cuando escribo, cuando me siento herida, cuando me siento feliz, cuando me emputo…
Porque cuando me suelto quiero soltarme con las dos manos.
Quiero ser intensa y disfrutarlo.Porque la intensidad nunca debió pasarse al lado de lo mal visto.
Encontré esta definición: Las personas intensas son incapaces de ocultar o disimular lo que sienten. Y desde ahí ya está de la shingada.
Hay que disimular los sentimientos.
Guardártelos, que nadie sepa, para que no se incomoden. Para que no se asusten.
Cuando tenía 17 años tuve mi primer novio. Era un tipo que podía explicarme de memoria la revolución de los bolcheviques y siempre fui muy desas.
Pero un día me citó en un café y terminó conmigo.
Me dijo que él solo sabía manejar Vochos y que yo era un Mercedes. No le entendí en ese momento, pero tuve que regresarme sola a mi casa con el corazón roto y sin poder llorar en el camino.
No podía llorar porque los sentimientos hay que disimularlos.
¿Cómo vas a llorar en una ruta 214 delante de todas esas personas que no conoces y que no te importan?
Nos dijeron que la intensidad abruma a los demás y compramos esa idea.
Me rehusó a seguir pensando así.
Me niego a apagar mi fuego para no incomodar, me resisto a ponerle cercos a mis emociones.
Y claro, como todas las cosas que hemos hablado acá, no es que un día amanezcamos abrazado nuestra intensidad.
Quizá tardemos en llegar ahí.
Porque ser intensos no quiere decir que no nos dé miedo soltarnos. Que no nos dé miedo sentir, que no nos dé miedo, que nos juzguen.
Nos va a dar.
Y de repente nos vamos a descubrir dosificando las emociones por miedo a que nos miren mal.
Nos vamos a descubrir callando lo que sentimos para no asustar al otro. Vamos a querer meter el freno porque nos va a dar mucho miedo dejarnos ir. Vamos a sentirnos mal por tener el corazón roto y llorar en un 214.
Pero cada vez nos va a ir importando menos. Cada vez abrazaremos con más fuerza eso que somos.
Cada vez valoraremos más esa hermosa virtud que nos hace darlo todo, porque no sabemos vivir de a poco.
Y un día entenderemos que nuestro motor es de 500 caballos de fuerza, porque es un Mercedes, y no podemos seguir tratándolo como un Vocho.