Amenazas contra la democracia rumbo al 2 de junio

CIUDAD DE MÉXICO. - Después de meses que parecieron eternos, finalmente se cierra el proceso electoral de 2024. Hace 6 años, cuando Andrés Manuel López Obrador fue electo como presidente, nos dio una bocanada de esperanza. Finalmente, sentimos que la democracia era una realidad en México. Esta vez, parece que nos enfrentamos a un panorama distinto.

A pesar de que prácticamente todas las encuestas le dan un amplio margen de ventaja a la candidata de Morena-PT-PVEM, ella, de la mano del presidente, y de diversas aristas de la 4T han impulsado la narrativa de que podrían enfrentarse a un fraude electoral. Durante el transcurso de la contienda, el oficialismo presumió anticipadamente su futura victoria, por lo que considero, ahora, se ven obligadxs a cambiar radicalmente el discurso. Esto en un intento por movilizar a sus simpatizantes que cómodamente pensaban no salir a votar. Al final, la elección “ya estaba ganada”.

Aunque el posible fraude ha sido presentado por Morena como el principal riesgo en estas elecciones, creo que hay otros factores a considerar. De entrada, la incapacidad que ha demostrado el Instituto Nacional Electoral durante el proceso. El INE no pudo (o no quiso) detener las campañas anticipadas e ilegales, que ambas coaliciones disfrazaron cínicamente como procesos internos.

El instituto tampoco pudo frenar la injerencia indebida del presidente López Obrador y del gobernador de Nuevo León, Samuel García. En noviembre, el emecista recibió una llamada de atención de la autoridad electoral. No pasó de ahí, y continuó promoviendo la campaña de su esposa, Mariana Rodríguez, aspirante a la alcaldía de Monterrey, y de su amigo Jorge Álvarez Máynez, candidato presidencial del partido.

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Necesitamos política ambiental ya

En cuanto al presidente de México, con corte al 11 de abril ya había recibido más de 180 denuncias por interferir en las elecciones. Para ese punto, 24 fueron consideradas como procedentes. Esto no cambió la actitud de AMLO. Lo único distinto fue que, para evitar meterse en problemas, comenzó a eliminar sus conferencias mañaneras. Le pareció más sencillo intentar borrar la evidencia, que dejar de violar continuamente la ley. El INE aceptó la medida, fingiendo que la grabación de pantalla y las retransmisiones no existen. Mientras tanto, gran parte de la ciudadanía decidió permanecer en silencio. No hubiera sido un presidente panista, porque ahí sí, seguro la indignación habría sido generalizada.

A la demostrada ineptitud del instituto hay que sumarle el panorama de inseguridad en el país y cómo este ha afectado el proceso. A unos días de las elecciones, en Puebla se reportó el robo de más de 2 mil boletas. Además, datos de la Comisión de Capacitación y Organización Electoral del INE revelaron que 96 casillas no podrán ser instaladas, por la inseguridad y temas comunitarios, lo que afectará a más de 57 mil electores. Esta crisis de inseguridad ha impactado directamente a los y las candidatas. Integralia informó que durante las contiendas registraron más de 700 casos de violencia política. Además, de acuerdo a The New York Times, Data Cívica y nuevamente Integralia, la cifra de aspirantes asesinadxs es de al menos 30, pero el gobierno actual maneja otros datos. Precisamente el 28 de mayo, Rosa Ícela Rodríguez, titular de la Secretaría de Seguridad, aseguró que “sólo” van 22 aspirantes asesinadxs, únicamente 8 con candidaturas formales.

Aunque la administración actual intente minimizar la situación, es palpable: la principal amenaza a la democracia en México son los grupos de la delincuencia organizada. Como ya ha sido ampliamente documentado, es evidente que existe una colusión entre los cárteles y quienes tienen o buscan cargos políticos. Estos grupos criminales son los responsables de la muerte de tantxs aspirantes, y también son quienes han propagado miedo entre la ciudadanía que, en muchos territorios sitiados, han decidido este 2 de junio, mejor no salir.