Tom Cruise, clausura de Juegos Olímpicos en París y la fantasía hollywoodense

CIUDAD DE MÉXICO.- Uno de los mejores momentos de la clausura de los Juegos Olímpicos fue cuando Tom Cruise, luego de descender desde lo alto del estadio, caminó entre cientos de atletas que querían saludarlo y algunos tomarse fotos con él.

Tom Cruise también se veía feliz no sólo por el momento solemne que representa la clausura y el rol que estaba ocupando, sino por el recibimiento de la gente que lo validó como quizá una de las pocas estrellas de Hollywood que siguen existiendo.

Simbólicamente fue un momento representativo, todos esos atletas que hacen cosas increíbles  con sus cuerpos y vienen de demostrarlo estaban felices por ver a esa celebridad que lleva años haciendo cosas asombrosas en la pantalla desde su papel de agente secreto: la fantasía del cine de Hollywood dominando el imaginario.

El fantasma, la fantasía primordialmente es una mentira pero aún sirve par estructurar la realidad y Estados Unidos lleva años domesticando nuestra manera de desear a través de su cine. No es de extrañar pues que frente a todas las competiciones expuestas en los juegos olímpicos, la realidad, el espectáculo encarnado por Tom Cruise como Ethan Hunt y la música de Misión Imposible se impusiera y terminara complaciendo no sólo a la gente que estaba en el estadio en Paris, sino también a los miles de espectadores alrededor del mundo que luego de una inauguración arriesgada y transgresora (entre comillas) que no les gustó a muchos, los regresó a un lugar confortable: el pasado, la fantasía norteamericana que tan bien se ha exportado: Liztomaniac, Red Hot Chilli Pepers, el letrero de Hollywood. Nostalgia para acolchar los próximos juegos olímpicos.

Lo que vimos fue el despliegue de la maquinaria hollywoodense que en buena medida ha ayudado a construir una imagen de Estados Unidos frente al mundo y aunque es propaganda, hemos crecido con ella y nos hace sentir cómodos.

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