Márgenes del río Santa Catarina, un refugio para migrantes
Se estima que desde que el río Santa Catarina da inicio en el municipio del mismo nombre hasta llegar a Cadereyta Jiménez, pueden existir unos 40 o más asentamientos de migrantes
MONTERREY, Nuevo León.- Nadie sabe a ciencia cierta cuántos son, de dónde provienen y cómo decidieron llegar ahí. Solo hay algo seguro: prefieren dormir en los márgenes del río Santa Catarina, aun y a costa de su salud e integridad física, que vivir en las calles de la ciudad, en donde los peligrosos son más tangibles.
Desplazados, caminantes o indocumentados, los nuevos residentes del afluente quienes usan cualquier cosa para refugiarse, ya sea del intenso sol o de la lluvia y el frío, cuando estos llegan, forman parte del paisaje o, más bien, se esconden en él, para poder irla pasando.
Se estima que desde que el río Santa Catarina da inicio en el municipio del mismo nombre hasta llegar a Cadereyta Jiménez, pueden existir unos 40 o más asentamientos de migrantes, compuestos por una o varias personas. El que sean pocos sus integrantes ayuda a su invisibilidad, reconoce Katy Cavazos, activista social quien ha trabajado y atendido a estos grupos durante varios años.
No se tiene la certeza de cuántos son, donde están o sí todos sus integrantes son migrantes o desplazados procedentes de Centroamérica, o bien, son connacionales. Sencillamente porque no hay un seguimiento de ninguna institución pública que se preocupe de ellos
La mayoría de estas personas duermen en las bases de los puentes vehiculares que cruzan sobre el lecho del río Santa Catarina, o bien en los márgenes, entre matorrales y piedras, ¿por qué ahí? Lo que es inaccesible para muchos, sobre todo policías estatales o municipales, pero sobre primordialmente el personal del Instituto Nacional de Migración (INM), ya se a pie o en vehículo, para los desplazados es una barrera natural de seguridad.
“No conozco a alguno que se haya librado del peligro. Casi todas estas personas han sido víctimas de abusos de diversas autoridades a lo largo de su camino, ya sean son robadas por policías como golpeadas y, en el caso de mujeres y niñas ser violadas”.
“La indiferencia y la falta de voluntad política, de solidaridad social y de espacios dignos donde quedarse a vivir de manera temporal o permanente, obligan a los migrantes a recurrir a estos sitios donde puedan pasar la noche y en el día salir a cumplir su cometido o trabajar, señaló Katy Cavazos.
La activista dijo que no hay espacios dignos para que los caminantes puedan incluso quedarse de manera permanente en la ciudad. Entre ellas la Casa Indi, antes conocida como la cada del Indigente es insuficiente para atender la creciente ola de inmigrantes que llegaron para quedarse.
