¿Debemos preocuparnos por el cambio climático?
¿Qué tanto en niveles reales deberíamos preocuparnos por el cambio climático? Esto nos dice Carolina Solis en este especial sobre el cambio climático para POSTA.
CIUDAD DE MÉXICO.- La respuesta corta es sí, pero espérate, no te vayas, déjame que te explique a profundidad por qué… Primero, qué es el cambio climático y por qué Donald Trump no cree en él así como Shakira no cree en Brian Weiss.
A veces es difícil entender y hablar sobre cambio climático, porque usualmente cuando nos lo explican suena super científico y técnico, pero además, suena lejano…
Cuando hablamos de cambio climático, probablemente pensemos en los témpanos de hielo descongelándose en el polo norte o en arrecifes de coral desapareciendo…Y pon tu que sí, pero también pasan otras cosas.
Entonces, primero: ¿qué es el cambio climático? Básicamente por nosotros. Nuestra existencia como seres humanos hace que quememos combustibles fósiles, es decir, todo lo que hacemos en el día a día quema combustibles fósiles.
Las plantas y otros organismos en descomposición, enterrados bajo capas de sedimentos y rocas, han tardado milenios en convertirse en los depósitos ricos en carbono que ahora llamamos combustibles fósiles.
Estos combustibles no renovables, que incluyen el carbón, el petróleo y el gas natural, suministran alrededor del 80% de la energía mundial.
Es decir, es lo que nos proporciona electricidad, calor y transporte, y también sirven para alimentar los procesos de fabricación de una enorme variedad de productos, desde el acero hasta los plásticos.
O sea, todo lo que hacemos y usamos tiene que ver con los combustibles fósiles.
Cuando estos combustibles fósiles se queman, liberan dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero… espera, espera ¿qué son los gases de efecto invernadero?
Vamos a hacer un poquito de historia… pero poquito, no te ataques.
Las raíces del concepto de efecto invernadero se remontan al siglo XIX, cuando el matemático francés Joseph Fourier calculó en 1824 que la Tierra sería mucho más fría si no tuviera atmósfera.
En 1896, el científico sueco Svante Arrhenius fue el primero en relacionar el aumento del gas dióxido de carbono procedente de la quema de combustibles fósiles con un efecto de calentamiento.
Casi un siglo después, el climatólogo estadounidense James E. Hansen declaró ante el Congreso que "el efecto invernadero se ha detectado y está cambiando nuestro clima ahora".
Esos gases, atrapan el calor del sol y han mantenido el clima de la Tierra habitable para los seres humanos y millones de otras especies.
Pero resulta que esos gases ahora están desequilibrados y ese es un problema. Pon tú que sí, pero no.
¿Cómo llegamos a este momento?
Una parte del cambio climático puede atribuirse a fenómenos naturales. A lo largo de la existencia de la Tierra, las erupciones volcánicas, las fluctuaciones de la radiación solar, los desplazamientos tectónicos e incluso los pequeños cambios en nuestra órbita han tenido efectos observables en los patrones de calentamiento y enfriamiento planetario.
Pero otra parte es, pues, por “la modernidad”.
A partir de mediados o finales del siglo XIX, la actividad humana empezó a llevar el efecto invernadero a nuevos niveles.
La quema incontrolada de combustibles fósiles durante los últimos 150 años ha aumentado drásticamente la presencia de gases de efecto invernadero en la atmósfera, sobre todo de dióxido de carbono.
Al mismo tiempo, la tala y el desarrollo han provocado la destrucción generalizada de bosques, humedales y otros sumideros de carbono, es decir, recursos naturales que almacenan el dióxido de carbono y evitan que se libere a la atmósfera.
¿El resultado? Un planeta más cálido que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad, y es cada vez más cálido.
Este calentamiento global ha alterado drásticamente los ciclos naturales y los patrones climáticos… sí, ya no llueve en septiembre, es enero y estamos a 30 grados cuando en otros años estábamos a 6, cada vez hay más sequías prolongadas, aumento de las inundaciones, tormentas más intensas y aumento del nivel del mar.
Las decisiones que tomamos cada día como individuos —qué productos compramos, cuánta electricidad consumimos, cómo nos desplazamos, qué comemos— se suman a nuestra huella de carbono.
Si se juntan todas ellas, se obtiene la huella de carbono colectiva de la humanidad.
Y sí, no podemos ni debemos excluir de la responsabilidad a las empresas, pues ellas tienen un gran impacto en el medio ambiente.
Pero las empresas están conformadas por personas y las personas podemos tomar decisiones individuales que impacten en las decisiones de la empresa y así que en conjunto ayudemos a combatir este problema. Las acciones individuales importan, porque impactan.
Reducir tu consumo de carne, optimizar el uso de aparatos eléctricos, cuidar el agua, elegir medios de transporte que no contaminen, hacer compras conscientes…
A veces se utiliza desproporcionadamente una narrativa catastrófica y apocalíptica para hablar del cambio climático y esto provoca que creamos que imposible cambiar esta situación. Pero no lo es…
Como personas, estamos profundamente influenciados por quienes nos rodean: lo que hacemos, hablamos o pensamos impacta en los demás.
Tengamos estas conversaciones porque se vuelven esenciales para generar cambios sociales importantes.
A raíz de una sola conversación, puede surgir el poder suficiente para que alguien tome conciencia y se decida a impulsar la acción individual o colectiva.
Para lograr un impacto positivo importante no es necesario convencer a todas las personas, nuestros pequeños cambios se suman a los pequeños cambios de alguien más y eventualmente hacen grandes cambios.
Y tú ¿qué estás haciendo para combatir el cambio climático?