El arte de cumplir lo que amenaza
Donald Trump ha vuelto a hacer lo que mejor sabe: imponer su agenda a golpe de amenaza.
Donald Trump ha vuelto a hacer lo que mejor sabe: imponer su agenda a golpe de amenaza. En los últimos días, el expresidente y ahora nuevamente inquilino de la Casa Blanca ha dejado claro que su estrategia de presión sigue intacta, y una vez más ha sido México quien ha sentido el peso de sus palabras convertidas en acción.
La advertencia de elevar los aranceles a productos mexicanos en un 25% no era solo una declaración de intenciones; era una jugada de presión que tenía un destinatario claro: el gobierno de México. Ayer, esta amenaza se materializó, obligando a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo a entrar en negociaciones con su homólogo estadounidense.
Este episodio recuerda inevitablemente al primer mandato de Trump, cuando bajo la misma fórmula presionó económica y diplomáticamente a México, con lo que consiguió que el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador desplegara elementos de la Guardia Nacional en la frontera. Aquel “muro” del que tanto habló Trump no se construyó con acero ni concreto, sino con personal de seguridad financiado por el presupuesto mexicano.
Ahora, la historia se repite. La presidenta Sheinbaum, con un movimiento de cabildeo y negociación política, logró evitar que los aranceles se convirtieran en una realidad aún más costosa para la economía mexicana. A cambio, 10,000 efectivos fueron enviados a la frontera para apaciguar la presión de la Casa Blanca y dar respuesta a una de las promesas de campaña de Trump.
Pero esto es solo el comienzo. Trump ha demostrado que su estilo de gobierno sigue basado en la intimidación y la imposición, y América Latina, particularmente México, será un blanco recurrente de su estrategia. Los próximos cuatro años prometen ser un campo de batalla político donde la presidenta Claudia Sheinbaum tendrá que jugar un rol de bombera, apagando los incendios que su vecino del norte encienda con cada nueva amenaza
