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Perdón, nunca me presenté
Llevo varias semanas escribiendo con mis amigos de Posta, pero nunca me presenté.
Llevo varias semanas escribiendo con mis amigos de Posta, a quienes agradezco la oportunidad de expresarme en este medio digital. Pero nunca me presenté. Nunca entré a la cancha de la “ESFERA POLÍTICA” como se debe.
Mi nombre es Hugo Leocadio Ontiveros Pérez. Egresado de la Escuela de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Y siempre fui ese niño raro.
Mientras mis amigos jugaban canicas o intercambiaban tazos, yo veía el Canal del Congreso (bueno también era vago). Llegaba de la escuela, y como se acostumbraba en aquella época comíamos con la televisión prendida, entre futbol al día y el noticiero de mediodía en donde escuchaba a Alberto Peláez reportear sobre la guerra de Kosovo, la guerra del Golfo, la de los Balcanes, el genocidio en Ruanda, el eterno conflicto entre palestinos e israelís, los rebeldes chechenos, entre otras cosas.
Vi las noticias de la muerte de Colosio, la crisis del ’94, la devaluación del peso, la transición política del país. Siempre me interesé por cosas que los niños no solían interesarse. Y eso, claro, me hacía raro.
Pero había algo más: el fútbol.
Como muchos, soñé con jugar un Mundial, con “consagrarme en primera”, como decía Maradona. Jugué a un nivel alto, tuve torneos internacionales, compartí cancha con estrellas del fútbol mundial y local. Y esa pasión me llevó a recorrer el mundo, a conocer culturas, a entender idiosincrasias, a descubrir regímenes políticos distintos al nuestro.
Recuerdo el año 2000, una gira europea. Tenía 13 años. En Suecia, Dinamarca y Noruega ya existían baños compartidos entre hombres y mujeres, con divisiones adecuadas. Para mí, fue un choque cultural. Me di cuenta de lo avanzado que estaba ese mundo y de lo rezagados que estábamos en muchas cosas. Han pasado 25 años y México sigue sin dar ese paso.
Siempre he visto la política como un partido de fútbol. No solo por la estrategia, la táctica y los jugadores clave, sino porque al final del día, toda gira en torno a la afición, a la gente.
Hoy tengo la fortuna de dedicarme a una de mis dos grandes pasiones: la política. Desde hace casi diez años, mi cancha ha sido la consultoría política, especialmente en lo digital. Como en el fútbol, mi trabajo me ha llevado a conocer países, recorrer calles, pisar territorios que nunca imaginé.
Gracias a esta profesión, he estado cerca de quienes toman decisiones, de presidentes, gobernadores, senadores. He visto cómo se juega el partido desde la tribuna del poder y también desde el vestidor de la gente común.
Porque en política, como en el juego, hay talento, hay estrellas, hay líderes que llevan el equipo al frente. Pero también hay quienes juegan sucio, quienes buscan atajos, quienes ensucian el partido con faltas innecesarias. Y en ambos mundos, la clave está en entender el juego, en saber cuándo presionar, cuándo aguantar y cuándo aprovechar la oportunidad para anotar el gol.
A través de estas columnas, quiero compartir con ustedes lo que vivo, lo que escucho en la cancha y lo que se siente estar en medio del partido. Porque al final, la política y el fútbol tienen algo en común: lo que pasa en la cancha, en las gradas y en los vestidores, nos afecta a todos.
Gracias por leerme, por compartir la cancha de las ideas conmigo. Mi columna se llama “La esfera política” creo que queda mas que claro la razón del nombre. Ojalá esta sea apenas la primera jornada de muchas en las que podamos intercambiar puntos de vista.