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JORGE A. PÉREZ

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Por: JORGE A. PÉREZ

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Que viva el Teatro

El drama es inherente a la vida, volver a ver Teatro en Matamoros resultó una catarsis necesaria para poder encontrar la sensibilidad indispensableEl drama es inherente a la vida, volver a ver Teatro en Matamoros resultó una catarsis necesaria para poder encontrar la sensibilidad indispensable, q

El drama es inherente a la vida, volver a ver Teatro en Matamoros resultó una catarsis necesaria para poder encontrar la sensibilidad indispensable, que como el oxígeno a la vida, necesita forzosamente el alma.

Ángel Norzagaray Norzagaray, autor de la obra presentada “Cartas al pie de un árbol”, fue un reconocido dramaturgo, actor, director de escena y profesor universitario, fue licenciado en Actuación por la Universidad Veracruzana y Doctor en Letras Españolas por la  Universidad de Valladolid, España. Fue profesor de la Universidad Autónoma de Baja California, donde se desempeñó como vicerrector.

Falleció el año pasado, 2021, a los 60 años de edad, fundó y dirigió el grupo teatral Mexicali a Secas. También dirigió el Instituto de Cultura de Baja California, el cual posteriormente lo reconoció como Creador emérito.

Recibió premios como el Estatal de Periodismo de Baja California y de la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro. Le fue otorgado además el Premio Estatal de Literatura y la Medalla Xavier Villaurrutia (2012) que otorga el INBAL (Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura).

Sus obras han sido presentadas en festivales como el Internacional Cervantino (FIC), el Internacional de Otoño (FIO) el Internacional del Siglo de Oro en Texas, el Don Quijote de París y el American Folklife del Instituto Smithsoniano. También fueron presentadas en Los Ángeles, Cádiz, Colombia,  Nicaragua y Miami, así como en la Muestra Nacional de Teatro, del INBAL.

Autor de obras como: La emperatriz de la mentira,  El velorio de los mangos, Las devoradoras de un ardiente helado, Los desventurados, El álamo santo, Los afectos del príncipe, El viaje de los cantores, Elegías mexicalenses, La balada de Miguel Chivo  y Cartas al pie de un árbol.

Su obra más premiada fue sin duda la que presentaron en el Teatro de la Reforma el pasado miércoles, bajo la dirección de Cristina Blanco, un grupo de buenos actores de la localidad pusieron en escena un drama cotidiano de la frontera mexicana, la desaparición de este plano terrenal de los migrantes, aquellos que por hambre van en busca del sueño americano.

La  puesta en escena es un homenaje al “Teatro Pobre”, así se identifica a la expresión artística sin necesidad de escenografía fastuosa basada fundamentalmente en el trabajo actoral, grandes voces se escucharon en la Catedral de la cultura en Matamoros. Jerzy Grotowski sin duda fue una gran influencia en el autor y la directora.

Conozco personalmente a varios de los actores que ahí se presentaron, al paso por el IRBAM tuve la fortuna de compartir sueños con ellos, me complace mucho que sigan actuando, creando y aportando a la cultura, porque soy un convencido de que a mayor cultura menos violencia.

El audio y la voz en off de Denisse Escobedo tuvieron una edición de ensueño de Rolando Blanco a quien conocí mientras gateaba en el escenario en el Teatro de bolsillo de Bellas Artes, allá por la calle 8.

La iluminación de Abel Duran y de Marco Zamora, a pesar de las limitaciones de equipo, resultó impactante, con Marco conviví haciendo Pantomima en la antigua Feria de Matamoros, ahí donde ahora es el Centro de Convenciones Mundo Nuevo. 

Los 13 actores en escena fueron muy profesionales, destacando sin duda Karla Coronado, Martin Salceda, Heriberto Reyna y Rolando A. Blanco, estos dos últimos mencionados hicieron una mancuerna increíble al ritmo de la guitarra y la sensibilidad a flor de piel, me hizo recordar un poema de Joaquín Dicenta que dice: “Triste es ver que la mirada hacia el sol levanta el ciego y el ciego no siente nada….”

Mientras los muertos deambulan buscando su regreso al paraíso, los vivos siguen ciegos sin entender los motivos, el sueño americano se hace añicos y ante los ojos de los espectadores nos muestran la verdadera esencia del arte dramático.

Si, los 200 espectadores que tuvimos ese privilegio salimos de ahí pensando, fin definitivo de cualquier puesta en escena y lo que vi en los rostros fue agradecimiento, al final la Directora nos dio las gracias por asistir mientras en nuestras mentes brillaba en luz neón un mensaje claro y contundente; QUE VIVA EL TEATRO.

 

 

Jorge Alberto Pérez González

 

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