Llega a Tamaulipas el chilango que recorre México vendiendo milagros en forma de souvenirs
Edwin Martínez viaja por carretera vendiendo productos de San Judas y confía en su “mejor escolta” para mantenerse seguro.
ZONA SUR, Tamaulipas. -Con una camioneta cargada hasta el tope de llaveros, pulseras, imágenes y rosarios de San Judas Tadeo, Edwin Martínez atraviesa carreteras de norte a sur de México en busca de clientes y milagros. Orgullosamente chilango, este joven comerciante ha recorrido casi la mitad del país y hoy está de paso por Tamaulipas.
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Entre Tampico, Matamoros y su siguiente parada en Mazatlán, su fe le da la tranquilidad que no le brindan los retenes ni el tráfico.
Devotos de San Judas Tadeo. Foto: Redes Sociales
¿Quién es Edwin Martínez y por qué viaja con San Judas?
Edwin, de 28 años, se dedica al comercio ambulante desde hace cinco años.
Inspirado por la devoción popular hacia San Judas Tadeo —patrón de las causas difíciles— decidió convertir su fe en su forma de vida: vende artículos religiosos mientras sigue la ruta de peregrinos y fieles que buscan acercarse a la imagen. “Mi escolta es San Judas —dice con una sonrisa—.
Él me cuida en cada kilómetro, y gracias a eso no le tengo miedo a nada”.
Jovenes devotos de San Judas Tadeo. Foto: Redes Sociales
¿Cómo se vive la ruta del comercio religioso por Tamaulipas?
La jornada de Edwin en el sur tamaulipeco inició en Tampico, donde instaló su puesto improvisado junto a iglesias y mercados.
Con voz pausada pero llena de entusiasmo, explica que la respuesta de la gente ha sido buena: “Aquí la devoción está fuerte, la gente compra desde un llavero barato hasta imágenes grandes para su casa”.
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En Matamoros espera repetir la experiencia antes de seguir rumbo a Mazatlán, confiando en que cada lugar le traerá nuevas ventas y oportunidades de compartir su historia.
Ventas de San Judas Tadeo. Foto: Redes Sociales
¿Qué lleva en su camioneta y hacia dónde sigue su recorrido?
Su camioneta —un viejo utilitario blanco lleno de pegatinas religiosas— es su hogar rodante y almacén improvisado. Ahí guarda calendarios, rosarios artesanales, medallas y pulseras hechas a mano que él mismo adquiere a bajo costo en el centro de la Ciudad de México.
Después de Tamaulipas, planea dirigirse a Mazatlán para seguir al sur por la costa pacífica, con la idea de llegar hasta Guadalajara antes de regresar a casa.
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A pesar de los kilómetros recorridos y las largas jornadas, Edwin asegura que su mayor recompensa no es económica, sino espiritual. “La gente te abraza, te pide bendiciones y te cuenta sus historias —comparte—.
Eso vale más que cualquier venta”. Con San Judas como copiloto y su camioneta cargada de fe, este chilango demuestra que el comercio religioso no solo mueve mercancía, sino también corazones.
