Torturada por su ex: vive Diana 60 horas de infierno en Durango
Diana sufrió casi tres días de tortura, forzada a ingerir metanfatemina y privada de su libertad, lo que hoy la tiene luchando por su vida en un hospital de la ciudad de Durango.
DURANGO, México.- Cuando Diana y Marcos perdieron la custodia de sus hijos por los graves problemas que había en su vida familiar, que incluían omisión de cuidados, adicciones y maltrato, los dos creyeron que habían tocado fondo.
Se separaron y, cada quien tomó su lado, tomaron el camino que creyeron correcto para enmendar todo el mal que, voluntaria o involuntariamente, le hicieron a sus hijos. Nunca imaginaron, al menos ella no, que lo peor aún no sucedía.
El más grave de los episodios de esta violenta relación ocurrió el fin de semana: ella, mujer de 33 años de edad, sufrió casi tres días de tortura, forzada a ingerir metanfatemina y privada de su libertad, lo que hoy la tiene luchando por su vida en un hospital de la ciudad de Durango.
Todo comenzó el jueves por la noche, cuando la mujer de 33 años de edad, le pidió al padre de sus hijos, de oficio taxista, que la llevara a la casa de la mujer que hoy ostenta la custodia de los niños, tía del varón y tía abuela de los infantes.
El sujeto accedió, fue hasta la casa de Diana y ambos subieron al coche rotulado en blanco con azul, perteneciente a la base de taxis denominada “Ortega”; la promesa era que irían a donde estaban los niños.
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Sin embargo, muy pronto ella se dio cuenta de que las cosas estaban mal: Marcos tomó un rumbo distinto y, cuando ella le pidió atender lo acordado, se tornó agresivo. Así iniciaron los primeros golpes de los incontables que se acumularían hasta el domingo por la mañana.
Por la fuerza, el padre de sus hijos la llevó al fraccionamiento San Marcos. Arrastrándola la metió a una casa, que la víctima identificó como de la abuela del varón, y dentro las cosas empeoraron.
A puñetazos, puntapiés y jalones, se vio forzada a consumir “cristal” junto a su expareja. Quiso esperar a que Marcos se durmiera, pero eso no sucedió; intentó salir de la casa en varias ocasiones, pero, en casi todas, su agresor lo impidió usando su fuerza física.
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Se acabó el jueves. No vio a sus hijos, ni pudo salir de ahí; acabó el viernes, y tampoco; transcurrió el sábado, y la tortura seguía.
El domingo por la mañana finalmente Marcos fue vencido por el cansancio y ella logró escapar, pidió ayuda a una amiga que, al verla, notó la necesidad urgente de atención médica y facilitó su traslado al Instituto Mexicano del Seguro Social.
